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08 Y después del trabajo ¿qué?

  • Abre el Ojo
  • "This is Tomorrow"
  • Número 09 - 6 de junio de 2017
Gonzalo Osés
  • Gonzalo Osés

Por experiencia en Abre el Ojo sabemos que lo difícil no es buscar respuestas sino plantear preguntas. El futuro nos acecha y las nuevas formas canibalizadoras que adopta la creciente digitalización sirven a Gonzalo Osés para preguntarse acerca de estos nuevos escenarios que cambiarán nuestra concepción vital y en los que el papel del diseñador por fin tomará la relevancia que merece.

Con la transformación digital llega la laboral y con ello la vital. Jamás un segundo de vida se ha parecido a otro, por tanto, te invito a explorar una visión del futuro con altas posibilidades de engordar la conferencia Escenarios de futuro de Pedro Medina.

Cuando Facebook compró Instagram, ¿sabes cuántos empleados componían la startup? 19. En cambio, por esas fechas Kodak, inventora de la cámara digital cerró destruyendo 140.000 puestos de trabajo, de esos, que daban de comer a una familia, a diferencia de los empleos knowmads de los primeros. Es decir, podemos suponer que la digitalización de la economía trae consigo una mejora en la eficiencia de los procesos anteriormente mecanizados, provocando la desintermediación de los mismos. A la par, elimina empresas formadas por trabajadores de la cadena de valor pudiendo ser la sustitución de empleo de uno nuevo knowmad por cada 10.000 puestos de los antiguos. Como consumidores agradecemos quitar intermediarios, pero como parte de esa cadena de valor, cuando nos tocan los garbanzos, saltamos.

Cabe la posibilidad de que la economía digital canibalice el modelo económico imperante, basado en poner una zanahoria delante de las narices de la esforzada clase media. Si bien el modelo se agota en la vieja Europa y en USA, en los países asiáticos campa a sus anchas. Los cuales serán el epicentro de la economía, mientras esperan a que África se desperece.

Nos hemos educado para ser felices, algo parecido a una suma de momentos en los que nos mostramos alegres. Aparte de tener una actitud que no modifique esa alegría caiga quien caiga, la educación recibida tenía el objeto de proporcionar esa felicidad al ser útiles y eficaces en un puesto de trabajo. Compuesto por una jornada laboral, en la cual a cambio de aportar unos conocimientos a través de una máquina se recibe una cantidad económica, necesaria para pagar los aportes de conocimiento de otras personas, en forma de servicios o productos. Es decir, era necesario prescindir del lado más humano para ser sumiso y eficiente, como un robot… Ese modelo ha funcionado durante un par de siglos, empoderando a muchas personas, pero ahora empieza a huir hacia delante, cual Titanic avanza a toda máquina buscando un iceberg con el que hacer historia.

¿Recolectas a diario las verduras que te comes? ¿Sales a cazar el filete que te vas a comer a mediodía? ¿Sabes hacer fuego para calentar tus alimentos? ¿Sabes extraer gas para calentar el agua de la ducha? ¿Has esquilado las ovejas del jersey que te pusiste este invierno? ¿Recuerdas cómo se cambia una rueda del coche? ¿Tienes el teléfono de los recepcionistas de todos los hoteles entre los que elegir para tu próxima escapada? ¿Sigo?

La innovación digital, la robótica, la madurez de los algoritmos (aunque sigan en pañales si nos referimos a inteligencia artificial) están trabajando duro para liberar al ser humano de tediosas labores mecánicas y, como apuestan los transhumanistas, llegará en dos o tres décadas el momento tan singular en el que la inteligencia artificial sea capaz de pensar como un humano, solventando los problemas que acucian a la humanidad, como las enfermedades, la muerte, ¿el cambio climático? ¿El pleno empleo de los 9.500 millones que seremos en un par de décadas?

La ONU maneja varios escenarios de futuro a varias décadas, en los que se den unas tasas de desempleo globales del 50%, pero ¿qué pasaría si la tasa de desempleo es del 100%? A mi juicio, nada. De la misma forma que la deuda pública española supera el PIB tanto en las cifras oficiales, como las otras que estiman que la superan en un 140%. Es decir, ya somos, totalmente deficitarios, y puede que nunca reduzcamos esas cifras y ¿tú ves el cataclismo cada vez que sales de casa?

Mi apuesta es que en 2047 no existirá el trabajo, al menos como lo conocemos hasta ahora, desaparecerá la cultura del esfuerzo por la del talento. Puede que no tengamos que acudir a diario a un local físico para realizar nuestro intercambio de conocimiento. Se llegará a final de mes, sin hacer labores no humanas como son la mecanización y automatización de procesos. Google ya trabaja en ello, tus datos a cambio del todo gratis, incluida tu seguridad social o tu pensión. Como dijo Peter Norvick: “si las personas llegaran a final de mes, aportarían cosas más interesantes a la sociedad”.

A grandes rasgos, no creo que la cuestión importante sea si existirá trabajo o no, porque este habrá desaparecido. Si no, lo importante será a qué dedicaremos el tiempo los humanos para seguir mostrándonos alegres, sociales, y ocupados cual hormigas, porque cuando nos aburrimos la solemos liar muy parda. Hay quien sostiene que es el preámbulo de la creatividad, la estrategia… ¿las seguiremos utilizando para acaparar lo que no es nuestro? O bien, como podremos imprimir allá donde vivamos alimentos, ropa, productos, ¿se nos quitarán las ganas de conquista a cambio de la satisfacción inmediata de nuestras necesidades. ¿Perderemos la capacidad de superar retos? ¿De innovar? Por otra parte, si vamos a poder imprimir muchos objetos, por qué no podríamos imprimir unidades económicas de poder, llámese dinero u otros conceptos.

¿Desaparecerá la palabra “utilidad” de nuestro vocabulario? ¿Pasaremos a ser humanos de pleno reconocimiento? Mejor aún, ¿nos atreveremos a empoderarnos de verdad? Dejando de ser sumisos con la excusa de servir al sistema, ¿seremos todos renacentistas? ¿Aprenderemos a convivir con las personas electrónicas? ¿Y con las personas de otras razas, países o culturas? ¿Seremos capaces de empatizar de verdad con lo que ignoramos? ¿La educación se centrará en aprender a comunicar, a ser empáticos, a gestionar personas, a ser creativos?

Durante el siglo XX los diseñadores se han limitado a crear cosas, experiencias, procesos, espacios, útiles para complementar la vida, solucionar unos retos o crear otros. Pero todos ellos inertes, sin vida, meros complementos a nuestra vida. En el siglo XXI la cosa cambia y mucho. El proceso tecnológico ha dejado en calzoncillos a la ley de Moore, reduciendo a dos o tres décadas, lo que hace medio siglo era ciencia ficción.

Grábate a fuego las siglas CRISPR, con ellas en la próxima década vamos a pasar de diseñar sillas y libros a seres humanos, porque podrás cortar y pegar los genes que no interesen en fase embrionaria, como los que tienden a reproducir el cáncer de mama, ya localizados… A la par que la profesión de diseñador de órganos humanos será muy habitual, existe la biotecnología, pero ¿hay alguna carrera que aplique la clarividencia del diseño a la biotecnología? Ya se está imprimiendo piel humana, por tanto, la impresión 3D de órganos vitales como un riñón, la médula o un pulmón lo verás en la próxima década a precio económico.

O como está investigando el profesor Izpisua, aprovechando que somos en fase embrionaria muy parecidos a los cerdos, poder introducir células humanas en su embrión para que sus órganos vitales sean compatibles con los tuyos. Ahora mismo entre rata y ratón es posible, entre humano y cerdo queda todavía un tiempo, pero el primer paso ya se ha dado.

En esta transformación vital a la que asistimos por la vía digital, es la metodología clásica de diseño, la que está ayudando a volver al mercado a las desnortadas empresas, tanto desde el designthinking, como la tan de moda corriente de learn startup, que tal solo promueve, las acciones de observar, prototipar, validar e implementar en caso de éxito.

Si la próxima década es la del biodiseño, la siguiente será la del post trabajo, y ahí es donde las escuelas de diseño, deben empezar ya a diseñar qué actividad sustituirá al trabajo y sobre todo cómo adecuar el miedo de los miles de millones de extrabajadores a dejar de sentirse útiles y por tanto felices.

El futuro es dentro de un segundo… O sea, ¡ya! Aparte de las nuevas profesiones, las que tienen todas las quinielas de sobrevivir son creatividad, personalización y coach, es decir, tres de las patas que utiliza un estudio de diseño para llevar a buen puerto las necesidades de sus clientes. Si por una vez, nos tomamos en serio como profesión y no dejamos que nos birlen la esencia, puede que los diseñadores seamos el colectivo de referencia en la transición hacia el post trabajo, ¿cómo?

Esta es la parte del artículo que te toca escribir a ti.

 

 

Autor: Gonzalo Osés

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