Podríamos decir sin temor a dudas que no ha habido época sin censura, igual que no la ha habido sin destellos de creatividad. No obstante, hubo momentos donde este juicio, y el silencio impuesto que conlleva, reinó dejando su huella en la historia. De la Inquisición a las diversas dictaduras que han asolado períodos enteros, esta forma de mutismo también ha producido que se vuelvan a plantear nuestras premisas y que aflore el ingenio con una brillantez inusitada.
Pero la censura da lugar a “curiosos” pasajes, desde el ocultamiento de los intolerables desnudos que campan por obras artísticas al poder ejercido desde gobiernos autoritarios para que haya una única voz. Sin embargo, la cuestión no es solamente recordar -que siempre hay que hacerlo- sino pensar este estigma en nuestra sociedad.
Bajo la ilusión de democracia, la censura parece perder presencia, pero continuamente vuelve, bien en forma de amenaza externa, como el ataque a Charlie Hebdo, por citar un ejemplo, bien o de manera más sutil y aceptada, como la que se da en las redes sociales, llegando a ser incluso autoimpuesta, como veremos en estas páginas. Esto replantea nuestra forma de aproximarnos al mundo, que viene limitada y que redefine cánones y creencias. Ante ello, miles de preguntas: ¿por qué la censura se ejerce más sobre cuestiones sexuales que sobre actos de violencia?, ¿se impone una única forma de ver (aceptar) lo que es “normal”?, ¿se nos “guía” como si fuéramos menores de edad sin capacidad de decisión?, ¿se está escondiendo todo lo que pertenece al “otro”?...
Bienvenidas sean las provocaciones inteligentes, las propuestas atrevidas, las verdades sin tapujos, los cuerpos desinhibidos y, sobre todo, cualquier crítica que nos haga concebir otros mundos posibles, porque los límites a nuestra creación serán aquellos que decidamos, siempre y cuando tengamos el coraje de abandonar el territorio de nuestras seguridades.
Y para empezar, como habréis comprobado, la forma de este número asume el contenido del mismo, de ahí que os invitemos a realizar un pequeño esfuerzo: regístrate para pertenecer a nuestra comunidad y “desclasificar” la revista. Nos tomamos muy en serio el objetivo de construir un colectivo participativo, de ahí que, más allá de juegos formales y narrativos, nos sintamos muy satisfechos de dar rienda suelta siempre a lo que decide el Comité de Redacción de la revista, que mantiene el entusiasmo de difundir y pensar la actual cultura del proyecto.
Asimismo, además de los artículos dedicados a la censura, son fundamentales nuestras secciones habituales, como Microtendencias, y descubrir nuevos ilustradores, colecciones de libros de arte o modelos de luminarias, para reflexionar también sobre los procesos de diseño y las claves para que funcione un blog.
Imaginemos nuestro futuro desde estos fragmentos con la intención de cambiar nuestro presente, experimentemos para crear una nueva cultura del proyecto y alcemos la voz para experimentar sin frenos, por muy irritante que pueda parecer a algunos. En definitiva, abrid mucho los ojos en este inicio del curso.
Imagen de portada: Borja Bernárdez