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08 (RE)Pensando el Diseño

  • Abre el Ojo
  • "Classified/Declassified"
  • Número 07 - 3 de noviembre de 2016
Oscar Pozuelos Rodríguez
  • Oscar Pozuelos Rodríguez

Los diseñadores estamos acostumbrados a resolver problemas. A encontrar soluciones que se adapten a los lineamientos de un briefing, que por lo general es proporcionado por un cliente, y de esta manera llegar a una solución. Pero, ¿cuándo ha sido la última vez que nos paramos a pensar sobre lo que hacemos?, ¿a reflexionar sobre el papel que juega el diseño en la sociedad y cómo forma parte del contexto que nos rodea?

Cuando pensamos en diseño, por lo general, concebimos una solución o una respuesta. Nuestras cabezas suelen ir 3 o 4 pasos por delante de nosotros y empezamos a pensar en mensajes, objetos, ideas que puedan resolver el reto que se nos plantea. El mismo entorno laboral del diseño se ha convertido en un reflejo de este proceso mental. ¿Cuántos no hemos recibido un encargo “para ayer” o hemos tenido que desarrollar un trabajo entero en cuestión de un par de días dejándonos la piel y muchas horas de sueño por el camino?

Es en este punto donde solemos dejar de lado uno de los aspectos más importantes de aquello que hacemos: el contexto y las personas que forman parte del mismo. Tenemos muy claro el problema o reto, las herramientas que debemos utilizar y la solución final que debemos entregar, pero no cómo esta solución será recibida por nuestros usuarios y cómo se adaptará a los problemas complejos a los que nos enfrentamos como diseñadores.

photo-1470790376778-a9fbc86d70e2En su conferencia Researching Design: Designing Research, llevada a cabo en el London Design Council en marzo de 1999, Richard Buchanan, un académico y profesor de diseño, gestión y sistemas de la información, se plantó estas cuestiones partiendo de la enseñanza del diseño y la aplicación del mismo dentro de sistemas y sociedades cada vez más complejas. Buchanan parte del concepto de producto y establece como definición que:

"El diseño es el poder humano de concebir, planificar y fabricar productos que sirven a los seres humanos en el cumplimiento de sus fines individuales y colectivos".

Pero ¿qué es producto?, ¿es simplemente un objeto físico que representa el final de un proceso?, ¿es algo que puede ser más abstracto y puede dar soluciones a problemas más complejos?

Para ello, Buchanan establece los 4 órdenes del diseño contemporáneo, un cambio de paradigma en la propia enseñanza del diseño, ya que los órdenes son “lugares” de encuentro en los cuales las distintas disciplinas convergen y divergen para encontrarse como parte de un sistema, dejando atrás la idea de producto como el resultado que cristaliza en un objeto físico para centrarse más en la idea de proceso.

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Los primeros dos órdenes tienen que ver con la comunicación (diseño gráfico) y los objetos que configuran nuestra realidad (diseño industrial) y han sido fundamentales para el desarrollo de la disciplina.

Si pensamos en el diseño gráfico, surge de la necesidad de comunicarnos, de establecer sistemas de comunicación a través de símbolos e imágenes que pudiesen transmitir mensajes entendibles por una gran mayoría. Al pensar en lugares (órdenes), entenderemos que la comunicación es una rama del diseño y en ella pueden converger no solo el material impreso, sino los nuevos medios, la fotografía y otras disciplinas relacionadas con la imagen.

Hoy en día existen agencias de noticias que comunican a través de GIF’s, vídeos o Memes (ejemplos de ello son Pictoline o PlayGround). El propio concepto ha evolucionado de Diseño Gráfico a Comunicación Visual y a Diseño de la Comunicación, y tiene sentido cuando la reflexión que hay detrás es pensar no en el resultado final sino en comunicar utilizando los lenguajes y herramientas del mundo contemporáneo. En el ejemplo anterior, los memes son un transmisor de mensajes muy utilizados en el entorno virtual en los que la imagen y el texto no funcionarían el uno sin el otro, ya que están descontextualizados; en definitiva, un nuevo lenguaje, una nueva forma de comunicación que ha tenido que ser pensada y diseñada.

En cuanto al diseño de objetos, estos como los símbolos también son productos y dejan de ser meros objetos físicos cuando los entendemos como parte de la experiencia del habitar humano. Aquí pueden confluir disciplinas como la ergonomía, el diseño de interiores e industrial entre otros. Los objetos deben ser capaces de ayudar a las personas a desarrollar y realizar sus propias acciones y experiencias, a modificar nuestro entorno para poder desarrollar acciones que nos facilitan el habitar en nuestra realidad. De ahí que símbolos y objetos no tengan ningún significado o valor si no están enmarcados dentro de nuestra propia existencia.

El tercer orden se entiende como el diseño de interacciones, la aparición de las nuevas tecnologías ha sido el propulsor de esta rama, y aunque se suele relacionar exclusivamente con los medios digitales, en este “lugar” también confluyen el diseño de servicios y el UX (user experience). En definitiva, hemos pensado en las interacciones humanas a través del uso de objetos que sirven como mediadores para la configuración de estas interacciones. En este caso el concepto de producto se vuelve mucho más abstracto, ya que deja de ser un objeto físico y se convierte en una serie de pasos que desencadenan varias acciones. Es aquí donde metodologías como el Design Thinking han cobrado fuerza y se ha dado el paso de entender el diseño como un proceso.

workshop_vincenzo_dimaria_mdi_081El cuarto orden sugerido por Buchanan es el diseño de sistemas y/u organizaciones, y aunque no sea un concepto nuevo, cuando se aplica a la disciplina o al diseñar cambia muchos paradigmas, ya que entiende estos sistemas como un todo. El concepto “producto” alcanza un nivel de abstracción que cambia los paradigmas del diseño, porque en él, los objetos, la comunicación y las interacciones forman parte de sistemas complejos que han sido pensados y diseñados para poder configurar la experiencia humana.

Es por esto que como diseñadores necesitamos reflexionar, entender que nuestros productos son herramientas que permiten a los usuarios configurar su realidad y vivir sus propias experiencias. Tenemos que tomarnos el tiempo para entender la realidad en la que estamos inmersos, las personas para las cuales estamos diseñando (más allá del resultado o el cliente) y, sobre todo, entender el diseño como un proceso.

Si entendemos el diseño como un proceso que forma parte de un todo, entenderemos que nada es estático, que la hibridación y el pensamiento divergente pueden generar soluciones que mejoren la experiencia humana; estaremos dando, por tanto, el paso hacia un diseño más consciente. Una disciplina que configura nuestra realidad y la transforma para adaptarse a las necesidades de un mundo en constante cambio y evolución. Seremos más responsables con nuestro papel dentro de las sociedades a las que pertenecemos y con nuestro hacer, sea este la comunicación, los objetos, las interacciones o los sistemas. En definitiva, cambiaremos el paradigma sobre lo que el diseño es como disciplina y en consecuencia a nosotros mismos como diseñadores.

 

Autor: Óscar Pozuelos

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