La frontera entre el mundo infantil y el adulto se diluye cada vez más. La cantidad de información que reciben los convierte en pequeños adultos, pero algunos temas siguen sin captar su interés; por ejemplo, la política.
De los tejemanejes torticeros de la política habla de forma disimulada El príncipe de los enredos, de Roberto Aliaga con ilustraciones de Roger Olmos. Cuenta cómo un cuervo astuto y manipulador llega a una encina y, sirviéndose de sus artimañas embusteras, consigue poner a las hojas y las raíces en contra del propio árbol, lo que le ocasionará la muerte y le permitirá ocupar el tronco. La historia, que se muestra con unas ilustraciones magníficas, nos muestra cómo se comportan los humanos, cómo se enfrentan y se hacen daño, cómo manipulan por alcanzar el poder. De política habla también Romance do 25 de Abril, un libro de João Pedro Mésseder y Alex Gozblau editado en Portugal para contar a los niños qué sucedió en la revolución de los claveles. La obra tiene una estructura de cuento clásico, con un malo muy malo y unos buenos muy buenos que lo derrocan, es optimista y positiva, si bien sus ilustraciones no abandonan un tono sombrío y oscuro ni siquiera al final, cuando la historia alcanza su desenlace feliz.
La política, tan necesaria, origina a su vez dolor en ocasiones cuando se convierte en la sinrazón de la guerra, no la guerra inocua a la que juegan los niños, la real, la que acaba con las vidas de los inocentes.
Negros y blancos, de David Mckee, nos desvela que en la antigüedad los elefantes del mundo eran o negros o blancos, y se odiaban hasta el punto de entrar en guerra. La guerra ocasionó la muerte de los elefantes, los blancos y los negros, y solamente se salvaron algunos que no querían la guerra, sus descendientes fueron los elefantes grises que ya no tienen que ver nada con esa guerra, aunque algo ocurre, los elefantes de orejas pequeñas y los de orejas grandes han empezado a mirarse mal…
El enemigo, de Davide Cali y Serge Bloch, presenta, con poco texto e ilustraciones muy sencillas, la experiencia de un soldado que está solo en su trinchera deseoso de volver a su casa, con su familia y amigos, pero su enemigo, un monstruo horrible y sanguinario, no se lo permite, porque es inhumano y causante de la guerra. Un día descubrirá que el enemigo es otro soldado igual que él, con los mismos miedos y anhelos.
Rosa Blanca, de Christophe Gallaz e ilustrado por Roberto Innocenti de forma minuciosa, casi fotográfica, es una visión del holocausto desde los ojos de una niña habitante de una pequeña ciudad ocupada que un día decide seguir el rastro de unos camiones cargados de personas hasta llegar a una alambrada tras la que hay niños famélicos que portan una estrella sobre la ropa. Rosa Blanca fue el nombre de un grupo de la resistencia y de ahí toma su nombre este álbum cuyas ilustraciones parecen instantáneas tomadas en aquel horrible momento histórico.