La intervención planteada por Julia, Mercedes y Havi busca despertar la conciencia de lo que ocurre en nuestro cuerpo y nuestro entorno cuando hacemos vibrar las cuerdas vocales. Se exploran las cualidades invisibles de la voz como parte de la estructura material que nos rodea.
El proyecto se diseña para ser emplazado en uno de los espacios más especiales del museo, conocido como la capilla: una sala de pequeñas dimensiones y gran altura completamente revestida de negro. La voz revelada interviene el espacio con una instalación visual reactiva al sonido, que utiliza la propia voz de los visitantes para modificar el espacio arquitectónico.
La instalación se compone de una proyección cenital, que abarca completamente la superficie del pavimento horizontal. Esta proyección responde al sonido captado a través de un micrófono situado en el centro de la sala. Para ponerla en marcha, se necesita la participación activa del visitante: los sonidos emitidos por el usuario son la fuente principal de datos que dirige los visuales proyectados en el suelo.
Partiendo de la idea de representar la voz, los autores han utilizado el lenguaje de programación Processing para traducir en imagen dos parámetros del sonido, la frecuencia dominante y el volumen. El resultado ha sido una proyección circular con cuatro modos de visualización que cambia cada cierto tiempo.
La idea de generar una proyección circular no es aleatoria. Queríamos evocar el espacio íntimo personal mediante la proyección, y este espacio no nos lo podíamos imaginar cuadrado. Aunque esta instalación fue creada para un espacio concreto, creemos que hemos conseguido sobrepasar este input, ya que la proyección es tan potente que no perdería fuerza en una sala con otras características