EE.UU. (Nueva York, 1917 - Florida, 2005)
Dibujante y escritor
willeisner.com
En el momento de comenzar a escribir esta reseña acabo de dejar sobre la mesita de noche un cómic que he estado leyendo. Bueno, creo que es un cómic porque en más de treinta o cuarenta páginas no he visto ni una sola viñeta, sin embargo la acción se desarrolla con total fluidez a lo largo y ancho de la página, la vista pasa de escena a escena como lo haría en una página con viñetas sin que la comprensión de la historia se vea afectada por la falta de recuadros, es más, me siento más inmerso en la historia, casi como si estuviera viendo una película en las páginas de un libro. Algo así sólo lo puede hacer un maestro del arte secuencial.
El cómic se titula El último día en Vietnam, lo publicó Norma Editorial en el año 2000 y su autor es Will Eisner, el padre del cómic moderno.
William Erwin Eisner, nació en los estados unidos el 6 de marzo de 1917, aunque su familia provenía de Europa. La fuerte tradición judía de sus padres influiría en su vida y acabaría reflejada en sus obras más maduras, las que dieron lugar al nacimiento de lo que se conoce como novela gráfica.
Desde muy joven se interesó por el cómic y en 1936 comenzó a dibujar para la revista Wow What a Magazine donde compartió espacio con Jerry Iger o Bob Kane, el futuro creador de Batman. En ese tiempo dibujó historias de piratas o espionaje que aún no tenían su sello personal.
Cuando la revista cerró, Eisner se unió a Iger y fundó el Eisner-Iger Studio. En ese taller encontraría una mayor libertad creativa y trabajando junto a otros grandes como Bob Kane o Jack Kirby traería a la luz series como Hawks of the Seas, Black Ace o Sheeena. Fue aquí cuando Eisner comenzó a forjar su estilo y a destacar entre sus colegas por su forma especial de dibujar cómics.
Alrededor de 1940 se disolvió el estudio Eisner-Iger y comenzó a trabajar para la editorial Quality Cómics donde trató un nuevo formato de cómic, los suplementos dominicales para la prensa, aquí nació su mayor creación, la que le lanzó a la fama, The Spirit.
The Spirit narraba la historia de Danny Colt, un joven y fornido policía que es dado por muerto accidentalmente, a partir de entonces comienza una nueva vida como justiciero enmascarado, pero no de los que llevan la ropa interior a la vista, sino que este vestía con un impecable traje azul, un sombrero y un antifaz que ocultaba su personalidad para que nadie supiera quién era Spirit, tan sólo el comisario Dolan y su hija Ellen, la eterna novia de Danny.
Pero The Spirit no era una serie de justicieros al uso, sino un laboratorio para la experimentación continua, tanto en el dibujo como en los guiones. Spirit se movía en un mundo de novela negra, con mujeres fatales de imposibles cinturas de avispa, malos en la sombra y toda una interminable galería de personajes creíbles y realistas que se correspondían con los tipos humanos de la época y que engrandecían las historietas cada domingo.
Al contrario que en otras series de héroes enmascarados, en The Spirit había lugar para la comedia, la ciencia ficción, la magia, los gánsteres, las historias domésticas, los cuentos de hadas y cualquier género que pudiera ser adaptado al formato dominical, todo tenía cabida y todo era resuelto con maestría, consiguiendo que el lector no se aburriera y dando pie al dibujante para sus experimentos formales. Fue dibujando este personaje cuando Eisner comenzó a descubrir que hacer cómics era algo más que encerrar personajes entre recuadros. Así comenzaron sus experimentos formales.
La primera página de cada nueva aventura era terreno abonado para la creación gráfica; Solía ocuparse con una sola viñeta sin recuadrar donde Eisner dejaba claro al lector qué se encontraría en el resto de la aventura, era una presentación de los personajes y de la historia en la que se incluía el título “The Spirit” integrado entre los personajes, bien como una hoja de papel llevada por el viento, bien como un conjunto de edificios, bien como un grabado en un árbol… todo valía para huir del típico título en la parte superior de la página.
En las restantes páginas de cada aventura, Eisner creaba con su pincel maestro escenas perfectas, herederas de la estética del cine negro en las que siempre había un lugar para un nuevo tour de force argumental y gráfico, sirvan estos ejemplos; En El asesino (1946), Eisner cuenta la historia desde los ojos del asesino protagonista, por lo que vemos a los personajes enmarcados por las cuencas de sus ojos. En La historia de Gerhard Shnobble (1946), la segunda página es una enorme fotografía sobre la que se superponen los personajes. La aventura Todo bicho viviente (1947) concluía con una partitura que ocupaba casi toda la página, cosa del todo inusual en un cómic de la época.
The Spirit se publicó hasta el año 1952. Mientras se encargaba de Spirit, Eisner fundó la “American Visuals Corporation”, una empresa dedicada a producir cómics, viñetas e ilustraciones. Esta empresa ocupó todo su tiempo hasta el punto de abandonar el dibujo y hasta los años 70 no dibujó de nuevo.
Cuando Eisner regresó a la historieta, había algo nuevo en su forma de dibujar y de escribir. Ya no contaba historias de héroes justicieros, sino que hablaba de la gente normal y corriente, de los más desfavorecidos. Fue entonces cuando comenzó a hablar de “novelas gráficas” y cuando nacieron algunas de sus obras más importantes.
Contrato con Dios, Vida en otro planeta, El soñador, El edificio, La conspiración, son títulos fundamentales en la historia del cómic, al que Eisner gustaba llamar arte secuencial. Son historias duras, sin apenas espacio para el humor, en las que la mano maestra de Eisner crea un retrato de la sociedad norteamericana en su lado menos amable. Sus protagonistas son perdedores que luchan por abrirse un hueco en una sociedad que los aparta, llegando en ocasiones a lograrlo.
Eisner habla de sus vecinos, incluso de su familia, hasta de sí mismo en varias historias autobiográficas. Sus orígenes judíos ocupan una parte importante en estas novelas gráficas que, dibujadas con una maestría indiscutible, elevan al cómic a uno de los primeros puestos entre las artes plásticas.
Eisner prescinde a menudo de las viñetas, sus personajes se mueven de una escena a otra sin que los separe una línea trazada con una regla, la página se muestra al lector descarnada, libre, y los afortunados que leen cada una de estas novelas experimentan algo que pocas veces el cómic ha ofrecido.
Will Eisner murió cuando su corazón falló en 2005 dejando tras de sí una obra magna, tanto en la creación de historietas como en la divulgación del cómic en varios libros donde transmitía sus conocimientos a la hora de crear historias. Ahora, los premios más importantes del mundo del cómic llevan su nombre.
Roselino López
Artículo publicado en el Nº 17 de la revista Abre el Ojo.